martes, 9 de diciembre de 2008

Lo encontró en aquel lugar al que solía ir cada tarde...ahí estaba: el hombre con fuego en las manos...el hombre de los cabellos negros. Lo deseó desde el primer instante...quiso probar su sabor, él se dejó catar: algo le quemó la lengua y supo que el hombre ardía en el alma tanto como en la piel...pronto tuvo necesidad de más...quería seguir abrasándose en aquella hoguera de placer, en aquellos brazos constrictores, en aquel torso húmedo, en aquel pecho vacío...lo dejó entrar profundo, lo dejó penetrar en los rincones más ocultos de su humanidad, hasta que por sus venas no fluían ya más que cenizas. Así terminó su historia de amor… así terminó su danza con el fuego, girando entre las cadenas que el hombre llevaba incrustadas en el corazón...


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